Gertrude Stein, la mecenas de las vanguardias, le definió como "el pintor del placer" y esa etiqueta de hedonismo y alegría sepultó a Raoul Dufy bajo los grandes nombres del París de principios del siglo XX. Sus cuadros coloristas chocaron con las nuevas sendas y su muerte en 1953 marcó su desaparición de la lista de imprescindibles. El Thyssen incide en su faceta más introspectiva.
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